mi amiga, Remedios de la Peña
Ana Higueras, agosto de 2006
El pasado
martes 8 de agosto falleció mi entrañable amiga Remedios de la Peña, poco antes
de cumplir, el 29 de noviembre, 90 años.
Remedios
forma parte de los recuerdos más gratos de mi vida. Su extraordinaria
vitalidad, su inteligencia y enorme sentido del humor, su generosidad, su
capacidad de entusiasmo, su apasionamiento, su fidelidad a los que consideraba
sus amigos, su sentido de la responsabilidad en el trabajo, eran ejemplo y
estímulo para los que vivíamos en su entorno.
Recuerdo a
Remedios desde que tengo uso de razón. Pertenecía a una generación de músicos
realmente singular. Conoció a mi tía, Lola Rodríguez Aragón, en 1931, a través
de Joaquín Turina, maestro de composición de Remedios y de Lola. Formaba parte
del "Bloque Joaquín Turina", creado por el compositor en 1945, donde
Turina reunía a sus alumnos y amigos más íntimos en tres grupos: Ahijadas, (del
que formaban parte Remedios y Lola), Sobrinos y Lolitas (alumnas aventajadas de
la tía Lola). En 1944, Joaquín Turina le dedica a Remedios el primer número,
"En el "hall" del hotel", de los cuatro que componen su
obra para piano, "Poema Fantástico", Op. 98., (1944).
Después de
la guerra civil, Remedios y Lola coinciden de nuevo en sus comienzos en la
enseñanza en el Conservatorio madrileño, la tía Lola como profesora de canto
desde 1944 y Remedios como profesora de solfeo desde 1945.
Mi relación más cercana con Remedios parte del año 1970, cuando mi tía Lola Rodríguez Aragón, funda la Escuela Superior de Canto de Madrid y Remedios sin dudarlo pide el traslado de su plaza como profesora de solfeo del Conservatorio a la Escuela Superior de Canto, para colaborar y trabajar junto a Lola en esta nueva y difícil empresa con plena dedicación y entusiasmo.
Durante los
10 años que la tía Lola estuvo al frente de la Escuela Superior de Canto como
directora, Remedios fue una de sus más fieles y entusiastas colaboradoras, y no
sólo como profesora de solfeo sino también como Secretaria del centro, puesto
de responsabilidad que conservó prácticamente hasta su jubilación, además de
ocuparse de la grabación y archivo de todos los conciertos, óperas y actos que
se celebraron en la Escuela mientras permaneció en ella, labor que realizó con
conocimiento gracias a su larga experiencia en Radio Madrid.
A partir de 1977, al yo entrar a formar parte como profesora de canto del claustro de profesores de la Escuela Superior de Canto de Madrid, mi amistad con Remedios se reafirmó y consolidó definitivamente. A partir de entonces raro era el día que al terminar mis clases no entraba en su despacho o pasaba por su clase de solfeo para comentar los incidentes del día, terminando siempre riéndonos de nuestra sombra. No recuerdo haberme reído con nadie tanto como con Remedios; su sentido del humor era sano, espontáneo, directo.
En esta
época conocí más de cerca a su marido, Vicente Mullor, magnífico actor,
director y guionista de seriales en Radio Madrid, donde Remedios empezó a
trabajar desde muy joven y donde era conocida por los magníficos montajes
musicales que realizaba, además de ser la inspiradora y creadora del conocido
programa "De Música". Juntos colaborarían, entre otras cosas, en la
serie de aventuras "Diego Valor", donde Vicente interpretaba al
protagonista mientras que Remedios realizaba el montaje musical. Vicente Mullor
recibiría en 1961 el "Premio Ondas" al mejor actor. Además de su
valía profesional, Vicente era un hombre excepcional; guapo, atractivo,
elegante, caballero, de una simpatía arrolladora, ameno en su conversación,
inteligente y culto, como también lo era Remedios.
Con frecuencia solía acudir por la tardes al precioso y cuidado piso que el matrimonio tenía en la Ciudad de los Periodistas, en Madrid, donde "Toro", el perro lobo del matrimonio, te recibía dando saltos de alegría y Remedios preparaba un delicioso té que tomábamos juntas y luego un whisky en compañía de Vicente y hablábamos de infinidad de temas durantes horas. De allí salía siempre renovada, con la sensación de haber respirado bocanadas de aire fresco.
También
solía acudir en verano o algún fin de semana al acogedor chalet que el
matrimonio tenía en Miraflores de la Sierra, camino de la Morcuera, con un
precioso jardín que cuidaba Vicente con esmero y donde Remedios guisaba
sabrosas comidas con la ayuda de Juli, persona encantadora, con cara de niña,
inteligente y bondadosa que cuidaba del matrimonio y de sus casas con
dedicación y cariño, y a quien el matrimonio, en justa recompensa, trataba y
quería como a una hija.
Cuantas
tardes pasé con Remedios en una pequeña habitación con mesa camilla que tenía
en su piso de la Cuidad de los Periodistas a la que llamaba "chiscón"
y en algunas ocasiones, cuando yo necesitaba desahogarme, se convertía en
"confesionario", entonces Remedios decía, "espera Nushka que voy
a ponerme la sotana" y yo comenzaba a contarle mis penas que siempre eran
de amores y sus sabios consejos servían para tranquilizar mi espíritu. En
ocasiones, cuando las circunstancias eran realmente adversas, decía, "¿sábes,
Nushketa?, "vivir" es la asignatura más dificil de aprobar".
Algunas veces Remedios me llamaba "gorrión", nombre que me
enternecía.
El
entusiasmo de Remedios por sus amigos músicos era infinito. En primer lugar los
pianista, puesto que ella lo era y sentía pasión por el piano y después los
demás: Joaquín Turina y Antonio Lucas Moreno, sus admirados y queridos
maestros; sus pianistas, Miguel Zanetti, Félix Lavilla, Rogelio R. Gavilanes,
Fernando Turina... ;sus cantantes, Lola Rodríguez Aragón, Isabel Penagos y yo
misma, entre algunos muy elegidos. Nunca faltó a un concierto o representación
donde yo actuara y en ocasiones también me acompañó fuera de nuestras
fronteras.
A finales de
abril de 1979, Remedios se vino conmigo a Viena, donde debía ensayar con René
Clemencic "Il lutto del'universo", del Emperador Leopoldo I, para
representar los días 11 y 12 de mayo en Bonn. ¡Que bien lo pasamos juntas!, le
enseñé la Viena que yo conocía de mis años vividos allí que es muy diferente de
la visión que pueda tener un simple turista y también fuimos a Salzburgo donde
pasamos un día recorriendo sus callejuelas. Vino a mis ensayos con Clemencic y
conoció a la familia Cserjan, entrañables amigos míos. Después de Viena,
Remedios se vino conmigo a Bonn, la ciudad donde nació su adorado Beethoven, y
allí nos alojamos en un precioso hotel con vistas al Rin. Entre mis ensayos
pudimos hacer una escapada a Colonia, le entusiasmó su magestuosa catedral y
tomamos un té enfrente en una confortable "Konditorei". Remedios
presenció las dos representaciones de "Il lutto del'universo" en la
Remigiuskirche de Bonn y disfrutó mucho, después regresamos juntas a Madrid.
Este viaje lo recordaríamos con frecuencia en nuestras charlas pues fue una
experiencia inolvidable para las dos.
Siempre
quedará en el recuerdo de todos los que conocimos a Remedios su desbordante
personalidad, su inteligencia, su sensibilidad, su sentido del humor, su visión
optimista y positiva de la vida. Ese recuerdo de las personas que nos quedamos
es lo que hace inmortales a las personas que nos dejan. Raro es el día que no
pienso en Remedios y recuerdo algo de su exuberante y rica humanidad.
Si realmente
existe un lugar donde nos esperen nuestros seres queridos, no cabe duda que
Remedios habrá encontrado la felicidad junto a sus padres, su marido Vicente,
su hermano, Juli y muchos de sus amigos. Que descanse en paz junto a todos
ellos.
© Copyright
del texto pertenece a ANA HIGUERAS
Las imágenes
se custodian en el Archivo HIGUERAS ARTE
Un honor poder contar con esta información. Gracias.
Vicente Mullor prestó su voz a don Cesar de Echagúe, mientras se radio "el Coyote, novela de don José Mallorquí.
Enlace a José Mallorqui
enlace a Ana Higueras arte
enlace a Remedios de la Peña
Enlace a fotos de los esposos Mullor De la Peña
Correo enviado y respuesta.
Re: Con mucha gratitud a Remedios de la Peña y a su esposo Vicente Mullor
| 14:49 (hace 5 horas) | ||||
Disculpe me señora Higueras por molestar su atención, soy una señora que vive en Barcelona y tengo la edad suficiente cómo para recordar unos amados y respetados tiempos muy queridos. Recordar a las personas que silenciosamente abrieron los caminos que hoy andamos. muchas veces ignorando la dedicación de las personas que nos precedieron para abrirnos a estas maravillosas posibilidades de comunicación de hoy.Le agradezco profundamente la carta de despedida, que encontré en su web, a Remedios de la Peña, a ella la recuerdo vagamente. Para mi ella era la montadora musical de la Cadena Ser en Madrid. Hasta mis veinticinco años, fuí una radio escucha constante, pero a partir de 1975, las voces amadas que me habían acompañado hasta entonces iban entrando en un profundo silencio y también mi vida entró en un silencio ampliamente cultivado. Hace años que Internet, es para mi una compañía amable y empecé a buscar, una de las voces más entrañables en mi memoria: Vicent Mullor, primer actor en el cuadro de voces de Radio Madrid, premio Ondas 1961, pero no encontré información sobre él, hasta hoy, que al poner su nombre unido al de la señora Remedios de la Peña, su esposa, yo ignoraba este punto. me apareció su hermosa despedida a su amiga Remedios y junto a ella su esposo Vicente Mullor. Hoy he reencontrado una voz que nunca olvidaré y a la vez el perfil de una mujer muy semejante a las que existieron en mi propia familia.. Y sí, señora Higueras, seguro que nuestros amados se han encontrado en el Cielo, de lo contrario, nunca hubiera llegado su carta hasta mi. Gracias una vez más, y por favor disculpe mi atrevimiento al dirigirle estas letras. Gracias por su atención.Montseerat Lledó.
Qué hermos y bello instante: Ana Figueras Aragon y Antonio Blancas: Katiuska.
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